Innovación

La estrategia desde la visión de Quentin Tarantino

Quentin Tarantino acaba de cumplir 51 años. Con la intensidad de su trayectoria en el mundo del cine, parecería que tiene mucha más edad. Pero la prolífica carrera del “niño malo de Hollywood”, tiene una perspectiva estratégica muy interesante: se podría pensar que la estrategia de Quentin es no tener estrategia, pero esto es lo más alejado de la realidad.

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Tarantino es un provocador, pero con metodología. Planifica permanentemente sus acciones que tienen una intencionalidad clara: oponerse al estatus quo y a las reglas establecidas. Es creador de su propio estilo, y enemigo de convertirse en referente de una tendencia en la que puedan estar otros. Es el inventor de un auto-concepto: lo radicaliza, lo reforma, lo re-estructura; siempre con el objetivo de no ser etiquetado en un género y “segmento” particular.

Provocador incesante del caos, pero con una meta en la cabeza. En su submundo los villanos nos apasionan porque tienen principios y valores (la contradicción es parte de la estrategia). Vincent Vega (John Travolta) en Pulp Fiction (1994) es un matón presa de sus vicios, pero hace lo imposible por salvar la vida de la esposa de Marsellus Wallace (Ving Rhanes); no sólo porque es la esposa de su jefe, sino porque siente una genuina preocupación basada en sus especiales creencias .

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Quentin goza de un humor negro lleno de humildad extrema que resulta en un carisma profundo: nos asusta apreciar las escenas, pero nos encanta verlas una y otra vez. Su capacidad de burlarse de si mismo y de auto-eliminarse en sus apariciones cortas dentro de sus propias películas (tal como lo disfrutamos en Django Unchained, 2013), le genera un toque especial de marketing a su estrategia: nos gusta porque nos sorprende; y nos sorprende porque no sabemos lo que sigue (esto sí es adelantarse). Continuar leyendo sobre innovación.

Estas son las lecciones que nos deja el “modelo Tarantino”: parecer errático, cuando hay un porqué, una metodología y una ejecución controlada. Provocar una ruptura permanente, lo que sin duda despista a cualquier imitador o competidor. Manejar un talento humano extremo en sus películas, haciendo que trabajen en papeles fuera de su contexto o posicionamiento normal. Reinventarse en cada escena, improvisar creativamente para buscar una salida a un problema y luchar contra el ego común de las superestrellas.

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En la vida real nos puede aterrar tener una visión empresarial al modo Tarantino. Estamos acostumbrados a seguir una tendencia, un modelo o una herramienta que haya sido probada por todos. No provocamos cambios sino nos vemos al borde del abismo (la quiebra). Queremos estandarizar todo al estilo normas ISO[1]: procesos, personas, formas de pensar y capacidad de sentir. Nos complica darle el tiempo necesario a cada quien, y preferimos los mensajes y los productos iguales. Segmentamos tradicionalmente (para mayores de 18 años!) y no cuidamos nuestra reputación. Todo lo contrario a “The Quentin Style”.

 

 


[1] ISO es un conjunto de normas sobre calidad y gestión de calidad, establecidas por la Organización Internacional de Normalización (ISO). Se pueden aplicar en cualquier tipo de organización o actividad orientada a la producción de bienes o servicios.

Diego Ignacio Montenegro

Diego Ignacio Montenegro

No siempre estuve involucrado con el marketing y la gestión. Realmente podríamos decir que fue un proceso de “descubrimiento”, de “iluminación forzada”. Si debo hacer una auto-presentación, tendría que recurrir a un esfuerzo separado por zonas temporales o épocas que tienen una amplia relación con los ciclos de mi vida. El ejercicio debería ser simple (o vamos a tratar de hacerlo!) y necesariamente debe quedar incompleto. El llenar esos espacios dependerá de cada uno de los lectores, críticos, argumentadores y consejeros de DiegoIgnacioMontenegro.com, que más que un blog de marketing trata de ser una experiencia en “las entrañas empresariales”, en todos aquellos elementos profundos de cambio que estamos experimentando.