Negociacion

Negociación proyectiva

By Herramientas Directivas

Los negociadores más experimentados tienden a una estrategia de “Taylor Made”[1] para cerrar sus tratos; tácticas que miren las necesidades antes que las posturas de los intervinientes, sus fuentes de poder desde lo personal hasta el tiempo, su plan “B” o salida en caso de que no se cierre la negociación, el enfoque en resolver el problema, o las causas de la dificultad que ha sentado a las dos partes en la mesa de negociación. Es decir, básicamente lo que la escuela tradicional de negociación de la Universidad de Harvard nos ha enseñado (y con mucho acierto!) durante los últimos años. Esa pasión por cerrar tratos WIN-WIN, por agrandar “el pastel”[2], por mejorar la posición empresarial, siempre nos ha llevado a trabajar en la escala competitiva – colaborativa, en el espectro de los “grises”, y no necesariamente, en el extremo “blanco” o “negro” de la negociación.

Es así que, a los gestores de la tipología controladora (y por consiguiente más competitiva) les ha costado mucho trabajar en el plano más informal y flexible que tiene el terreno colaborativo. Su perfil más frío, racional, concreto e impersonal en muchas ocasiones actúa negativamente sobre la confianza necesaria para lograr un trato menos agresivo y más amistoso. En el otro extremo, se encuentra en negociador soporte, aquel abierto y sentimental, al que le importan las relaciones sobre cualquier resultado, el gestor blando. En el medio, habría que colocar al analítico, formal pero dócil, contrario a la presión e indeciso; y, por último, el promotor, con habilidades sociales, con gusto por las relaciones, aventurero, intenso, creativo e improvisador; el que tiene respuesta para todo, con un “mapa mental” menos esquematizado y más personalizado.

La estrategia de “Taylor Made” requiere de una capacidad personal “camaleónica”[3], de pasar fácilmente de un estilo a otro dependiendo de las circunstancias y, de cómo se presenta la negociación. De ser “duro” cuándo el otro no concede o es intransigente, a ser “suave” cuando se ve un sincero esfuerzo de la otra parte para llegar a un acuerdo. No es fácil. Nos dominan los modelos mentales y las percepciones que hemos desarrollado a través del tiempo, desde nuestra niñez, a las costumbres del país, a nuestra biología y procedencia. Lo importante es darse cuenta, no tener una sola postura ni a un extremo ni al otro. Evitar la tendencia a satanizar al contrario, pero también a la racionalización conceptual. Rehuir a la presunción de rectitud, degradando al otro a menos que un objeto. Librarse del esquema de una negociación de “suma cero”, pero también de la ingenuidad de que siempre se debe conseguir un trato “ganar-ganar”. De constantemente pelear y confrontar, a todo el tiempo apaciguar. La respuesta a este modelo proyectivo de negociación está en la preparación continua y en el mirar a los detalles. El conocer nuestras propias capacidades y avivar el ser creativo que todos tenemos y que en muchas ocasiones no explotamos para conseguir ser eficaces.

[1] Estrategia de negociación de acuerdo a las circunstancias que se presentan.

[2] Término que se refiere a otorgar mayor valor a la negociación y conseguir un trato con más beneficio de que el que inicialmente se estaba tranzando.

[3] Término que se refiere a la capacidad del camaleón de adaptarse a su entorno para protegerse o atacar a su presa.

Finanzas

Más allá del 2011

By Estrategia Ecuador

A nivel personal es muy posible que se haya hecho propósitos al comenzar el nuevo año, y es muy probable también que sean los mismos que se hicieron un año atrás. Si los anteriores se cumplieron, felicitaciones. Si no, existe siempre la posibilidad de la redención y la virtud de la constancia.

Algo similar sucede con las empresas. Esta es la estación de los análisis, en esencia financieros. De los interminables informes, cifras e indicadores; muchos de ellos importantes y pocos relevantes. La intención es buena: tomar las mejores decisiones para el siguiente período. Decisiones basadas en resultados económicos que modifiquen la estrategia venidera (o mejor dicho los planes y actividades). Fundamentalmente, un trabajo en el nivel básico y mecanicista de la organización: ver costos, mejorar (o disminuir) estructuras, revisar acciones y cumplir objetivos. Bien para la eficacia, poco (o nada) para la atractividad o la trascendencia.

Valdría la pena mirar más allá. En lo personal, considero dos los puntos radicales para el razonamiento (sobre muchos más que pueden ser indispensables): el branding y el talento diferenciador. El primero, tal vez moviéndose entre el peldaño básico y el de competencias diferenciales; y el segundo, más encaminado a trabajar entre lo diferencial y la real misión empresarial.

Sobre el término “branding” (gestión de marcas) se ha hablado y escrito mucho. Pero creemos que se ha trabajado demasiado sobre la forma y no en el fondo. Mucha dedicación a los logotipos, al eslogan, a los diseños de empaques y a la publicidad de película. Esbozos, esquemas y planos por todos lados. No es criticable hacerlo, al contrario, existe toda una industria de desarrollo del branding que busca hacer más notoria a la marca. Primera parte de la ecuación resuelta, pero no es la única. Hay que enfocarse más en las promesas, en los significados y en la personalidad de marca. Aquí es donde la gerencia de la marca alcanza su máxima expresión y se conecta con el otro elemento crítico: el talento

Los logros financieros son consecuencia directa de esta interacción. ¿Qué tiene el producto que lo hace especial, deseado o peculiar? ¿Para quién es representativo? ¿Por qué se quiere imitar a los que lo usan? ¿Cómo transforma o modifica los hábitos del diario vivir? Preguntas fáciles de hacer, complicadas de contestar, si no se ha trabajado en modelos más avanzados de administración.

Las personas influyen en las personas. Las organizaciones están compuestas de micro sociedades, generalmente con un fin común: resolver las privaciones reales de los clientes y colaboradores. Pero se debe reconocer que no todos los componentes de estos denominados “consorcios vivos” tienen las misma disposición, actitud o talento. Desde una perspectiva humanística, podemos decir que la clave está en la voluntad. Pero la voluntad en un mundo de downsizing[1] de valores, es muy difícil de cultivar, promover y motivar. Las empresas requieren seres conscientes, con responsabilidad absoluta, integridad notable y humildad; con habilidades interpersonales como el poder de una comunicación sincera, negociación equilibrada, coordinación eficaz y maestría emocional[2]. La última condición hace posible a las anteriores. Se requiere talento que domine las pasiones dañinas, sin necesidad de reprimirlas.

Ahora que tiene por delante el estado de pérdidas y ganancias, también sería procedente vincular a las decisiones para el 2012, el balance del branding y el de los colaboradores conscientes. Establecer un análisis profundo, le puede tomar un largo tiempo. La información que al final se puede obtener vale la pena el intento.

[1] Término que hace referencia a la reducción de tamaño.

[2] Basado en los estudios de Kofman, Fredy.